jueves, 13 de noviembre de 2014

¿Qué y quiénes de los Evangelios Sinópticos son principios de sentido, orientadores y articulantes al paradigma de una humanidad dignificante en América Latina?.




Mateo, Marcos y Lucas son los 3 primeros evangelios que se encuentran en la Biblia y reciben el nombre de sinópticos. Al hacer un comparativo de sus escritos se observa similitudes que muestran claramente una visión de la persona de Jesús.



Estos escritos son una luz de esperanza para un pueblo que se encuentra afligido, desesperado, ante la pérdida de valores y ante una sociedad de consumo, que los lleva a la ausencia permanente del afecto familiar y al olvido de Dios, buscando su felicidad en el tener, poseer y placer desenfrenado de sus instintos.





En la parábola del hijo prodigo encontramos al hijo, que después de haber gastado su fortuna en placeres mundanos y estar pasando por momentos difíciles, reflexiona y piensa en regresar al lado de su padre y decirle: “Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores” (Lc. 15, 18). Todo esto nos lleva a ver la realidad actual de un pueblo que en medio de sus pecados y limitaciones, busca la paz y la renovación de su fe, encontrándola en la palabra de Dios, cuyos principios dan el verdadero sentido a la vida.


"Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos” (Lc. 15, 20). En San Lucas, la misericordia de Dios esta patente, este nos muestra y orienta, hacia una renovación y cambio que solo se hace posible desde la disponibilidad del corazón y apertura a la misericordia de Dios, expresada en su unigénito que desde su entrega total vino a salvarnos del poder del pecado pues “el Hijo de Dios ha venido a salvar lo que estaba perdido” (Mateo 18, 11), en esta promesa reposa la esperanza que todo cristiano creyente tiene.


En nuestra América Latina, desde su realidad, se ha podido experimentar la ceguera de muchos que por su afán de placer, tener y poseer han infringido las mininas normas de convivencia, donde el egocentrismo y el hedonismo son los autores principales de la vida en sociedad. Aquí es donde los cristianos creyentes debemos ser testimonios de la Palabra de Dios; testimonio de vida que nos lleva a un mayor compromiso con nuestra sociedad: retomando nuestra fuente de sabiduría (Palabra de Dios), para así poder ser luz en medio de la oscuridad y poder dar cumplimiento a las palabras de Jesús cuando dice: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” (Lucas 15, 7), y de esta manera re dignificar al ser humano que preso por sus deseos, se esclaviza y aleja del amor de Dios, llevándolo a sentir que ha perdido su condición como hijo de Dios.


Todo lo anterior nos lleva a concluir que la palabra de Dios nos hace sentir lo que es el verdadero amor; amor que nos transforma la vida llevándonos a la categoría máxima del ser humano, que es el sentirse hijo de Dios. “porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3, 16).





lunes, 6 de octubre de 2014

Nuevo Testamento


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El Nuevo Testamento, a través de cada uno de sus relatos nos muestra como Jesús con su vida, pasión, muerte y resurrección nos dio la salvación anunciada por los profetas. Dios Padre desde el momento de la anunciación de su hijo a través del su Espíritu Santo y con el Fiat de María, primera discípula y medianera de la humanidad, realiza el proyecto de salvación, el documento de aparecida en el numeral 266 lo describe así:  

       La máxima realización de la existencia cristiana como un vivir  trinitario de “hijos en el Hijo” nos es dada en la Virgen María quien,  por su fe (cf. Lc 1, 45) y obediencia a la voluntad de Dios (cf. Lc 1,  38), así como por su constante meditación de la Palabra y de las  acciones de Jesús (cf. Lc 2, 19.51), es la discípula más perfecta  del Señor, interlocutora del Padre en su proyecto de enviar su  Verbo al mundo para la salvación humana, María, con su fe, llega  a ser el primer miembro de la comunidad de los creyentes en Cristo,  y también se hace colaboradora en el renacimiento espiritual de  los discípulos. Del Evangelio, emerge su figura de mujer libre y  fuerte, conscientemente orientada al verdadero seguimiento de  Cristo. Ella ha vivido por entero toda la peregrinación de la fe como  madre de Cristo y luego de los discípulos, sin que le fuera ahorrada  la incomprensión y la búsqueda constante del proyecto del  Padre. Alcanzó, así, a estar al pie de la cruz en una comunión profunda,  para entrar plenamente en el misterio de la Alianza.  (p. 63)

La Iglesia, como esposa de Cristo desde su comunión trinitaria está llamada a “llevar hacia el Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo, unir a los hombres con Dios, para vivir su vida, su amor y su verdad  y transformarse y transformar en El”. (Pontificium Opus a Sancta Infantia)

De esta manera los hechos revelados en los evangelios, las cartas y los documentos de la Iglesia nos llevan a fortaleces nuestra fe, haciéndonos verdaderos hijos de Dios, que con palabra y testimonio, seguimos construyendo Reino de Dios, allí en el lugar donde nos encontremos.

martes, 27 de mayo de 2014

Qué y quiénes del Antiguo Testamento son principios orientadores, articulantes al paradigma de una humanidad dignificante en América Latina



Dios no sólo prometió a los padres un país y una posteridad; también les prometió ser su Dios y el de sus descendientes, poniéndoles así ante la perspectiva de una relación particular consigo mismo” (Gerhard. R. p. 223).


Es una relación de Dios con el ser humano, una promesa que va de generación en generación, desde nuestro padre en la fe (Abraham), hasta nuestros días, una alianza representada en fidelidad, entrega y obediencia, que lleva a un pueblo a dejarlo todo y caminar en busca de la tierra prometida. “Dios le dijo a Moisés: Deja este lugar y lleva al pueblo que sacaste de Egipto a la tierra que les prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob… sube a la tierra que mana leche y miel” (Ex. 33, 1-3).


A pesar de las limitaciones del pueblo de Israel, (desobediencia e infidelidades), Dios no se olvido de su pueblo, al contrario, se manifestó a través de sus signos y prodigios, como en el caso de Moisés, quien fue el elegido para salvar y guiar a su pueblo a la tierra prometida, pasando por momentos significativos como lo es, el encuentro en monte Sinaí y la entrega de los mandamientos (Gn. 19, 20), en este último, Dios se revela a su pueblo indicándoles como vivir en su presencia y como vivir en comunidad (Gn. 20, 1-17), manteniendo la fidelidad al proyecto armónico y bondadoso del principio de la creación, sin dominar a los demás, ni someter a tiranía a los débiles, nos invita a ser como Él, un llamado desde la palabra “…Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” (Lv. 19, 2). Este “sello” que nos diferencia de los demás seres creados, da la certeza de que el ser humano es único e irrepetible, que es un ser excepcional en su cuerpo y en su alma, que trasciende más allá de lo meramente material, ese “algo” que sublimiza la existencia del hombre, por el cual se libran muchas batallas cuando se “maltrata la dignidad de la persona”, cuando se vende la idea de tener “una muerte digna”, cuando se trabaja en un ambiente con condiciones que “no pisotean la dignidad de la persona humana”, cuando se trata de realizar un “trabajo digno”, etc. Se refiere explícitamente a esa característica, atributo propio de la naturaleza misma del hombre y hace que esas personas, precisamente, sean responsables, a la vez que luchan por sus derechos, igualmente cumplan con sus deberes en favor de la dignidad del otro, porque el derecho que yo reclamo lo tiene también mi vecino, que es mi hermano a la luz de la fe.


Luis Francisco Sastoque, (2012) en su libro dignidad de la persona humana dice:  "La dignidad de la persona humana como cualidad del hombre otorga a este una primacía sobre todo aquello que no es humano, incluso sus mismas obras fruto de su inteligencia y su voluntad. El respeto a la dignidad de la persona humana se constituye, entonces, como valor supremo, absoluto". …se puede comenzar afirmando que: Hay que colocar como principio fundamental de la doctrina de la dignidad de la persona humana, su altísimo valor.
El amor sobrenatural nos inculca el carácter sagrado de la persona humana y el valor absoluto y misterioso de su dignidad.
Se debe afirmar la eminente y singular dignidad de toda persona humana, creada a imagen de Dios, afirmación primera y fundamental;
La primacía absoluta de la dignidad de la persona humana exige, su permanente salvaguarda. (p. 153).


Lastimosamente la realidad en Colombia y en muchos lugares de América Latina, no es tan alentadora, la vida no es respetada, la ley que rige es el poder y el tener, se idolatra el dinero, los fuertes se hacen fuertes mientras los débiles siguen esclavizados, siendo víctimas de maltrato y ultrajes, donde su voz no es escuchada y en muchas ocasiones son silenciados para siempre, pero “si este mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre, se humilla, reza, busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, yo escuchare desde el cielo, perdonare sus pecados y restaurare su tierra” (2 Cro. 7,14). Esto nos lleva a depositar nuestra confianza en Dios, quien “no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia" (Evangelli Gaudium, p. 4).




Como cristiana, católica con el carisma Franciscano, que vive la fraternidad universal, y que ora el Padre Nuestro, porque reconoce en el otro el rostro del hermano, con una misión centrada en la persona, en la opción por los pobres, desposeídos, maltratados, desplazados, sufrientes de cualquier dolor, tengo la convicción que el carácter de “dignidad” que nos ha sido dado por el mismo Dios nos hace ver, “la realidad de nuestro prójimo, y ser capaces de ver en él su condición…es cuestión de efectividad misericordiosa” (Zuñiga, 2012. p.39), la cual, debe reflejarse en la defensa decidida por el respeto a la dignidad de la persona humana, valor que no es negociable desde ningún punto de vista pues “…cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt. 25, 40), dice el Señor y S.S. Francisco en su exhortación nos recuerda "Quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien" (p. 9), es un llamado a escuchar y reflexionar, como lo hizo en su tiempo el pueblo de Israel con la voz de sus profetas. No es específico para Colombia se refleja en cualquier pueblo creyente de nuestra entrañable América Latina.

jueves, 14 de noviembre de 2013

"La salvación que nos ofrece Cristo da sentido a todas las aspiraciones y realizaciones humanas" Puebla 352

(Puebla, Conclusiones 353) 
Esta misma salvación, centro de la Buena Nueva, «es liberación de lo que oprime al 
hombre, pero, sobre todo, liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de 
conocer a Dios y de ser conocido por él, de verlo y de entregarse a él» (EN 9). 

(Puebla, Conclusiones 354) 
Sin embargo, tiene «lazos muy fuertes» con la promoción humana en sus aspectos de 
desarrollo y liberación, parte integrante de la evangelización. Estos aspectos brotan de la riqueza misma de la salvación, de la activación de la caridad de Dios en nosotros a la que quedan subordinados. La Iglesia «no necesita, pues, recurrir a sistemas e ideologías para amar, defender, colaborar en la liberación del hombre: en el centro del mensaje del cual es depositaria y pregonera, ella encuentra inspiración para actuar en favor de la fraternidad, de la justicia, de la paz; contra las dominaciones, esclavitudes, discriminaciones, violencias, atentados a la libertad religiosa, agresiones contra el hombre y cuanto atenta contra la vida» (Juan Pablo II, Discurso inaugural III 2). 

CIC. 705 Desfigurado por el pecado y por la muerte, el hombre continua siendo "a imagen de Dios", a imagen del Hijo, pero "privado de la Gloria de Dios" (Rm 3, 23), privado de la "semejanza". La Promesa hecha a Abraham inaugura la Economía de la Salvación, al final de la cual el Hijo mismo asumirá "la imagen" (cf. Jn 1, 14; Flp 2, 7) y la restaurará en "la semejanza" con el Padre volviéndole a dar la Gloria, el Espíritu "que da la Vida".

AG. 5. El Señor Jesús, ya desde el principio "llamó a sí a los que El quiso, y designó a doce para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar" (Mc., 3,13; Cf. Mt., 10,1-42). De esta forma los Apóstoles fueron los gérmenes del nuevo Israel y al mismo tiempo origen de la sagrada Jerarquía. Después el Señor, una vez que hubo completado en sí mismo con su muerte y resurrección los misterios de nuestra salvación y de la renovación de todas las cosas, recibió todo poder en el cielo y en la tierra (Cf. Mt., 28,18), antes de subir al cielo (Cf. Act., 1,4-8), fundó su Iglesia como sacramento de salvación, y envió a los Apóstoles a todo el mundo, como El había sido enviado por el Padre (Cf. Jn., 20,21), ordenándoles: "Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado" (Mt., 28,19s).


Romanos 5, 1. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;”

Efesios 2, 8-9. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

2 Co. 7, 10. "En efecto, la tristeza que es según Dios produce firme arrepentimiento para salvación; mas la tristeza del mundo produce muerte."



Gn. 1, 26-27. Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo”.   Y creó Dios al  hombre a su imagen. A imagen de Dios los creó. Varón y mujer los creó.
Si. 17, 6-10. Les dio para que percibieran la realidad una conciencia, una lengua y ojos, oídos y entendimiento. Los lleno de saber y de inteligencia, y les enseño el bien y el mal. Puso en ellos su ojo interior, haciéndolos así descubrir grandes cosas que había hecho, para que alabaran su Nombres Santísimo y proclamaran la grandeza de sus obras.

Stg. 2, 1. Hermano si realmente creen en Jesús, nuestro Señor, el Cristo glorioso, no hagan diferencias entre personas.

Col. 3, 11. Ahí no se hace distinción entre judío y griego, circunciso e incircunciso, extranjero, bárbaro, esclavo o libre, sino que Cristo es todo en todos.

Vaticano II,  cap. 1 dignidad de la persona humana, N. 12.  El hombre ha sido creado “a imagen de Dios”…pero Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio los hizo “hombre y mujer”. Esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera de la comunión de personas humanas.  El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás (p. 207).

 Vaticano II,  cap. 1 dignidad de la persona humana, N. 16.  Dignidad de la conciencia MORAL:  La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuando mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad.(p. 210)

CIC. 1929. La justicia social sólo puede ser conseguida sobre la base del respeto de la dignidad trascendente del hombre. La persona representa el fin último de la sociedad, que está ordenada a él:
«La defensa y la promoción de la dignidad humana “nos han sido confiadas por el Creador, y de las que son rigurosa y responsablemente deudores los hombres y mujeres en cada coyuntura de la historia” (SRS 47).

CIC. 1931. El respeto a la persona humana pasa por el respeto del principio: “Que cada uno, sin ninguna excepción, debe considerar al prójimo como “otro yo”, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente” (GS 27). Ninguna legislación podría por sí misma hacer desaparecer los temores, los prejuicios, las actitudes de soberbia y de egoísmo que obstaculizan el establecimiento de sociedades verdaderamente fraternas. Estos comportamientos sólo cesan con la caridad que ve en cada hombre un “prójimo”, un hermano.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Paradigma de la persona humana…


Persona: concepto antropológico adquirido por el cristianismo. “Persona significa lo más perfecto que hay en toda la naturaleza, o sea el ser subsistente en la naturaleza racional.” (Aquino, tomo III, p. 108). 

Humana: realidad como finitud, contingencia, limitación.

Sastoque, concluye:
Cuando hay una referencia a la persona humana, al hombre, se tiene en mente al hombre concreto histórico: el hombre vivo, el hombre trágico de sus propios dramas, el hombre que ríe y llora, el hombre como es, que piensa, que ama, que trabaja, que siempre atiende alguna casa, el hombre individualista y social, el pecador y el santo.  Es una palabra, todo el hombre. No es simplemente la referencia a una esencia universal o abstracta (p. 142).